BICENTENARIO PARA UN CLÁSICO
Tal día como hoy, de 1821, nacía en Moscú una de las miradas más críticas y fundamentales de la Rusia zarista: Fiódor Mijáilovich Dostoievski. Occidente y la literatura universal le deben mucho a uno de los padres, junto a Tolstoi, de la literatura rusa.
Europa vive a principios del siglo XIX su revolución industrial y tecnológica a la que sucumbirá la cultura y el arte. La eclosión del proletariado, la industrialización, el apogeo de la burguesía, se percibe como consecuencia del progreso. El período de esplendor literario que recorrerá todo el continente surgirá de la mano de dos estilos: el Realismo (que describe objetivamente la época, el ambiente y los personajes, mostrando la realidad en toda su crudeza y sordidez) y el Naturalismo (que recrea las miserias humanas justificadas por una concepción determinista y fatalista que atrapa al ser humano). La novela se revela entonces como el vehículo apropiado para narrar el tiempo contemporáneo, para describir las peripecias del ser humano, a través de un lenguaje utilitario, sin retoricismo ni ambigüedades.
Del Realismo ruso sobresaldrá un genio de la literatura universal, Dostoievski, de quien se cumple hoy el segundo centenario de su nacimiento. Su narrativa, eminentemente realista, se distingue por su contenido social, su tono pesimista y el detallado análisis psicológico de unos personajes que en el fondo buscan el sentido de la vida.
Este año, que también conmemora el 140 aniversario de su muerte, merece la pena reivindicar la obra literaria de este escritor que denunció la injusticia, el abuso del poder y la condición humana, anticipando los totalitarismo y fundamentalismos que marcarán la historia del siglo XX. El Gran Inquisidor de Los hermanos Karamázov es un impostor que defiende lo que no cree y que consigue manipular a las masas. Pero la obra de Dostoievski también presenta a personajes que nos pueden inspirar y servir de modelo para sobrellevar esta realidad que se ha vuelto tan enrevesada y apocalíptica. El protagonista de El idiota, el príncipe Lev Mishkin, es un hombre compasivo e ingenuo que solo es capaz de ver la bondad en la gente, y que por ello es considerado como un idiota por el resto de sus congéneres. Iván Karamázov, el protagonista de la novela favorita de Einstein, Los hermanos Karamázov, reflexiona sobre los dilemas morales y los interrogantes del hombre moderno resumidos en una de sus célebres frases: «Si Dios no existe, todo está permitido». Sin olvidar a Raskólnikov, el asesino de Crimen y castigo, de quien descubrimos que más que un criminal, es un ser preocupado por establecer la justicia social o a Alekséi Ivánovich, de El jugador, trasunto y acertado retrato de su autor, que representa la imagen que ofrecen los rusos que viven en el extranjero, comportándose de manera extravagante, apasionada, orgullosa…
Dostoievski y su literatura es actual porque nadie como él supo desnudar el alma humana. Como afirma Tamara Djermanovic, que es profesora de Estudios Eslavos de la Universidad Pompeu Fabra, «las palabras de Dostoievski siguen teniendo no solo un gran poder de describir, sino de cuestionar y apelar».
SOPA DE LETRAS (Pasatiempo literario)